Quiero con esta entrada homenajear a todos esos ejecutivos que cada día me cruzo camino de mi trabajo o desayunando en la cafetería. Cuanto morbo concentrado en esos trajes y esas lascivas corbatas! He hablado muchas veces de esto, pero no me importa repetirme y creo que a vosotros tampoco. Tanta formalidad en el vestir no creo que sea buena para nuestra imaginación calenturienta. Traje oscuro, camisa blanca y corbata perfectamente anudada seguro que esconde algo.
Los veo cruzarse en mi camino y no puedo evitar mirarlo de arriba abajo, deteniéndome un poco más en cierto lugar y os aseguro que ellos hacen lo mismo cuando se dan cuenta de mi repaso por su persona, y tengo comprobado que cuando llevo un pantalón que me marca más de lo normal sus miradas se entretienen en el mismo lugar que la mía en ellos. No os pasa igual a vosotros? Bueno a los que estén rodeados de ejecutivos, o a los que ocasionalmente os crucéis con ellos.
Tengo que confesaros que el momento en el que más se dispara mi imaginación es cuando al calor de una taza de café o tomando una refrescante cerveza los veo sentados cerca de mi, entre compañeros y amigos, relajados, en ese estado de gracia en el que entramos cuando estamos entre iguales. En esos momentos sólo los veo así. Con los pantalones bajados o sin ellos, dejándome ver sus paquetes enfundados en todo tipo de calzoncillos...
... o mejor aún, sin ellos.
Esas piernas abiertas seguro que dejan espacio a unos jugosos huevos y a unas relajadas y morcillonas pollas, o mejor aún, duras y dispuestas a darse y dar placer.
Porque si hay algo que no puedo evitar es fantasear con la idea de que detrás de tanto formalismo y seriedad aparentada se esconden unos verdaderos cachondos mentales, dispuestos a todo lo que haga falta.
Esta es una de mis fantasías más recurrentes y seguro que alguno de ellos lo ha hecho alguna vez en la intimidad del baño de sus oficinas...
... y seguro que, ya puestos, llegarán a algo más sugerente, morboso y excitante.
Ese slip blanco yo lo aprovecharía como éste. Sin quitárselo lo acariciaría y suavemente le metería la mano como hace él. Aunque después una buena mamada entre trajeados que no falte.
Seguro que más de uno de todos esos que cada día veo lo han hecho alguna vez. Quiero creerlo así y también me gustaría verlos en esos viajes de trabajo, perdidos en un lejano hotel y con tiempo para dejarse llevar por sus instintos más primitivos.
Después de ver esto me están dando ganas de ponerme un traje y pasearme por una oficina y esperar tener suerte y terminar follando como estos.