Sí, se acabaron las vacaciones, aunque el verano aún no. Los más afortunados volvemos al trabajo, a la rutina diaria. Ya sólo nos queda recordar todo lo bueno que hemos vivido en estos días de descanso, en la playa, en el campo, o simplemente en nuestros pueblos, en nuestras ciudades, o en la soledad de nuestras casas.
¿Se puede vivir de los recuerdos? En mi caso, y creo que en el de la mayoría de vosotros, sí. En los días de agobio en el trabajo recordaremos esos momentos maravillosos que hemos vivido, buscados o casuales.
Intentaremos repetir, mentalmente, esos pequeños placeres que nos hemos dado solos o en compañía.
Intentaremos buscar a nuestro alrededor lo que en vacaciones teníamos tan fácilmente a nuestro alcance.
De todas formas yo soy partidario de aprovechar siempre el momento que vivimos. Buscarle lo bueno e intentar ignorar y hasta eliminar todo lo malo o negativo. Si estamos continuamente añorando lo pasado y pensando en el futuro nos olvidamos de vivir el presente, y os aseguro que eso es lo único que realmente tenemos, el presente. Vivamos este presente igual que hemos vivido el pasado de las vacaciones, intensamente, apasionadamente, aprovechando cada momento como si fuese el último.
Bienvenidos seáis todos de nuevo. Ya os contaré y ya nos contaréis, tenemos todo el tiempo por delante.