Alguno de vosotros me escribe en los comentarios y en los email que dónde me meto, que me echa de menos, que escribo poco. Ya lo dije cuando volví de vacaciones, que este año me lo quería tomar con más tranquilidad, que el trabajo y mi "salud mental" no me dejaba entrar a diario y subir una o dos entradas por día como anteriormente. Esto requiere muuucho tiempo y, lógicamente, el mío no se lo puedo dedicar por completo al blog. Lo siento, os he acostumbrado mal. Esto no quita que os eche yo también de menos y siempre que tengo tiempo veo vuestros comentarios. He visto que lo de la pulsera roja va de maravillas, que todos las llevamos y que más de uno ha tenido alguna que otra sorpresa agradable al cruzarse con otro. Tambien veo que este parón ha servido para que echéis un vistazo a las entradas antiguas ya que dejáis comentarios en ellas. A mi me llegan todos vuestros comentarios, aunque sean de entradas muy viejas. Eso me gusta. Otra cosa que he visto es que el círculo se va cerrando y vamos quedando los más interesados en todo esto, los que realmente formamaos este grupo. A muchos ya os identifico perfectamente por vuestros comentarios.
Bueno, aclarado esto quiero dejaros hoy una buena entrada para que la disfrutemos como sólo a nosotros nos gusta disfrutarlas, con una mano en el teclado y la otra en el "ratón".
Qué es lo que más nos gusta y lo que nos identifica: un buen paquete. Pues vamos a recrearnos en algunos y vamos a hacerlo con todo detalle.
No está nada mal verlos así, de cerca, con todo detalle. Recorriendo con la mirada como se marca los huevos y esas pollas bajo tan poca tela. Como en algún caso es casi imposible dejar dentro lo que pide salir. Ese agradable dolor que nos produce un capullo aplastado y retorcido dentro de la estrechez de los calzoncillos o del pantalón. De buena gana les pediríamos que lentamente se los bajaran.
Despacio, recreándonos en ese momento en el que todo se marca más que nunca, impidiendo casi el que baje con facilidad...
... y dejándonos ver ese interior que imaginamos y desamos ver.
Porque está claro que algo así no se puede quedar dentro, no debe estar oculto. es nuestra seña de identidad. No nos sentimos completos hasta que no tenemos la polla tiesa y bien dura.
Después de ver este despliegue de virilidad sólo se me ocurre hacer lo mismo que ha vosotros:
Abrirme la bragueta del pantalón y machacármela a placer frente al ordenador.