CUANDO ESTAMOS SOLOS

Como todos los lunes por la mañana un amigo mío estará solo en casa.

No se si a vosotros os pasa como a mi y como a él, me imagino que a muchos sí, cuando estamos solos lo único que se nos ocurre es hacernos unas pajas. Disfrutar de una buena corrida, sin prisas pero sin pausa.

Vaciarme los huevos y la tensión a borbotones.

 

Ya lo he dicho muchas veces, follar es la leche, pero una buena paja te deja como nuevo. Tirarte en la cama, en el suelo, en tu sillón preferido o en ese rincón que te pone. Sacarse toda la artillería o desnudarse por completo. Agarrarsela con firmeza y seguridad en lo que nos hacemos y sentir como la mano se desliza suavemente o con fuerza por la polla y el capullo controlando los momentos y los tiempos, sabiendo como darnos el máximo placer, es algo sublime.

Este es un placer que nos damos todos a cualquier edad. A todos nos gusta una buena paja en la intimidad de nuestro hogar.

Cuando nos corremos nos parece siempre, aunque sea la enésima paja, la corrida del siglo. Hemos muerto y resucitado en estado de gracia.

Sólo, creo, hay algo que pueda superar a esto, que la paja sea entre amigos. 

La compañía y el ejemplo de un igual nos pone a mil, aunque cada uno se dedique a la suya, aunque hay que reconocer que sentir la mano de otro tío o sentir en tu mano la polla de otro multiplica por diez el placer. 

Porque un tío siempre sabe como se hacen estas cosas.
   

Me consta que mi amigo un par de llas se ha hecho esta mañana. Me hubiese gustado acompañarle. Hoy me apetecía una buen paja en compañía.

Bueno, ahora, vosotros que podéis no os quedéis con las ganas y manos a la obra, perdón, manos a la polla