Que nos gusta tocarnos el paquete es algo indiscutible. Ese placer mañanero al despertarnos no lo podemos evitar.
O cuando nos vestimos despues de la
ducha nos ponemos los calzoncillos y un recoloque y buen apretón ante el
espejo no hay quien se reprima.
Y no digamos cuando estamos sólos,
en el trabajo, o en casa, y mejor aún cuando nos metemos la mano por la cintura del pantalón y sentimos nuestro paquete en
la mano. Es todo un placer que reconforta.
Y que decir cuando nos
abrimos el pantalon y con ellos medio bajados sobanos un rato el paquete
dentro de los calzoncillos para despues, seguro, terminar con una
relajante paja.