Os dejo un nuevo microrrelato para este fin de semana. Espero que os guste y que vosotros dejéis los vuestros. La imagen se lo merece.
ESPINAS EN EL CORAZÓN
La lluvia golpeó toda la noche los cristales. Me engañé pensando que debajo de cada paraguas que veía estarías tú. Qué pocos paraguas para una noche tan larga. La calma y la luz de la mañana se llevó la lluvia pero por más que me lo preguntaba seguía sin saber qué me hacía tanto daño, si las copas de vino que no pude beberme a solas o las espinas de la rosa que se clavaban en mi mano, ...en mi corazón.
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La timida luz de la mañana entraba por la ventana. Alli estaba yo sentado al lado, desnudo y con una rosa entre la manos mirando a traves del cristal raptado por los recuerdos de aquella mañana lluviosa que tu estabas al final de la pradera, cerca de los olmos, empapado y esperandome. Cuando te vi salte la ventana y con mis pies descalzos avance hacia ti hasta que los dos nos fundimos en un hermoso abrazo bajo la lluvia, un abrazo de amor entre hombre y un beso que sellaba el amor contenido hasta entonces.
Un dolor me hizo volver al presente. Apretaba la rosa con tal fuerza que las espinas se clavaban en.las palmas de mis manos, pero era mas el dolor que sentia mi alma, como si las espinas se me clavaran en el corazon. Mire a la cama u ahi estabas tu, recostado. Y me acerque a ti cogiendote la mano mientras me dedicabas tu ultima mirada de amor que se fue apagando poco a poco ante las lagrimas que rodaban por mis mejillas. No podia soportar el perderte para siempre y con la espina mas grande de la rosa perfore el velo de mi cuerpo dejando que el nectar de la vida me abandonase por las muñecas. Te puse la rosa entre tis manos y me acoste a tu lado, abrazandote. Mis ojos se fueron apagando mientras te dedivaba mi ultimo aliento a la vez que el barquero te llevaba al otro lado del rio.
Cuando me desperte estabas en la otra orilla vestido de blanco y el barquero me tendia la mano para cruzar el rio. Unidos de nuevo, unidoa para la eternidad
Saludos mios y de mi paquete
Canterville
Llaman a la puerta y me levanto de la cama. Atrás dejo sobre la alfombra la rosa con sus pétalos arrancados y la botella de vino vacía. Cojo al vuelo un albornoz para cubrir mi desnudez y recorro el pasillo como alma en pena. Demasiado vino. Demasiada soledad. Al otro lado estás tú con los ojos bajos, dirigiéndome una mirada furtiva. Un macuto atestado de ropa, la camisa empapada, los zapatos mojados y el pantalón oscurecido por la lluvia.
Llevo toda la noche caminando. Solo he cogido mis cosas, hasta he dejado el coche me dices. Dijiste que me esperarías.
ADOL
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