LA MASTURBACIÓN

Llevo tiempo queriendo dedicar una entrada a un tema que me parece fundamental en nuestra vida sexual que es el de la masturbación. Mucho se ha escrito de este tema y no todo bueno. A pesas de ser la práctica sexual más practicada, es la más rechazada públicamente.

Todos reconocemos que follamos, más de lo que realmente lo hacemos, pero nunca reconocemos en público que también nos masturbamos. La religión, la sociedad y la familia, desde pequeños nos han hecho ver que se trataba de algo condenable y terrible. Desde la adolescencia, cuando despertamos a nuestra sexualidad la disfrutamos pero ya se encargan otros de dejarnos esa carga de vergüenza y remordimiento de pensar que hemos hecho algo censurable.

Aunque está claro, y es algo indiscutible, que se practica con más asiduidad en la adolescencia, no caigamos en la hipocresía de decir que disminuye en la juventud y que se abandona en la madurez. Mentira!!!, nos pajeamos todos, a todas las edades, con o sin pareja, casados y solteros.

Nos han hecho ver que se trata de una practica sexual sustituta por necesidad de la sobrevalorada penetración. Algún sexólogo me podrá corregir si me equivoco cuando afirmo que nada de eso, que se trata de una practica sexual con independencia propia, plenamente satisfactoria, hedonista y singular, la mayoría de las veces o de pareja también, que nos proporciona tanto o más placer que la propia penetración.

Hacer el amor o follar como leones y con mayúsculas con la pareja es un placer indescriptible, pero no menos indescriptible es pajearse tranquilamente, sin tiempo pero sin pausa, en esa intimidad hedonista de sentirse y darse placer a uno mismo.

Disfrutemos sin tapujos de nuestro cuerpo y de nuestra sexualidad, en compañía o en soledad. Dejemos al lado ese sentimiento de fracasado sentimental por pajearnos que otros nos han querido hacer sentir, cuando en realidad son ellos los que se sienten así cuando se pajean, porque ellos también se la menean y ese sentimiento de fracasados no les abandonará ni practicando un trío. Nosotros sigamos disfrutando de ese placer de agarrarnos la polla con las dos manos y deslizarlas suavemente hasta corrernos de puro placer.

No sé a vosotros pero a mi después de todo esto sólo me dan ganas de hacerme una buena paja.
Ahora vuelvo. Os dejo en buena compañía.